El novillero burgalés, semifinalista del Circuito de Madrid, firma la primera salida hombros del escalafón novilleril en San Isidro. Ismael Martín y Alejandro Peñaranda, firmes con sus lotes, cortan una oreja por coleta
El sueño de aquel joven que hasta el año pasado entrenaba en el ruedo venteño se hizo realidad con un novillo de Fuente Ymbro. Devuelto el segundo, salió el sobrero de Villanueva, al que Jarocho robó una tanda de naturales. Dio una vuelta al ruedo y mostró sus credenciales, aventurando lo que iba a suceder al caer la tarde.
Se fue al tercio de rodillas en el sexto y recibió al de Fuente Ymbro con dos largas. Obligó a desmonterarse a su padre tras parearlo. Tras dos enganchones a la altura del estómago, cogió la muleta con la mano izquierda. A pies juntos, citando delante y alargando la mano en la salida, recetó tres tandas y una de cierre por naturales.
Escuchar a Madrid romperse y “sentir ese olé tan seco y característico de esta plaza” es con lo que soñaba las tardes previas al compromiso.
Se tiró tras la espada como quien sabe que al otro lado está la recompensa. No tardó en doblar el novillo, momento en el que la plaza comenzó a pedir los dos trofeos para el burgalés. La tarde no se queda ahí, porque Jarocho espera “que sea el comienzo de algo grande y bonito”.
Se trata del cuarto novillero participante del Circuito de Madrid que abre la Puerta Grande de Las Ventas.