
El periodista deportivo José María García dijo que el fútbol era un espectáculo mediocre brillantemente contado, mientras que la Fiesta de los Toros era un espectáculo brillante mediocremente contado. Creo que la reflexión es muy cierta. El fútbol es lo que es precisamente por su constante presencia en los medios de comunicación, mientras la Fiesta aparece en ellos de modo marginal en el mejor de los casos. Y ese es uno de los grandes retos que tenemos, el de ser capaces de que la Fiesta esté presente en los medios. Porque lo que no sale en la tele es como si no existiera.
Parafraseando a José María García, también podemos decir que el fútbol es un espectáculo mediocre muy bien organizado, mientras que la Fiesta es un espectáculo grandioso pésimamente organizado. En el fútbol y en todos los deportes se cuida la cantera con esmero, porque son conscientes de que en la cantera está el futuro. Miles de equipos juveniles son cuidados con amor, en ligas y competiciones estructuradas racionalmente, y generosamente subvencionadas por toda clase de entidades privadas y también por administraciones públicas. Saben que el deporte de base es deficitario, pero saben que hay que apoyarlo porque de ahí saldrán las estrellas que llenen los estadios.
Sin embargo, en la Fiesta de los Toros ha reinado el desorden. Podemos decir que las figuras del toreo han surgido de manera espontánea. Los ayuntamientos de los pueblos en fiestas y los empresarios privados iban organizando novilladas de forma anárquica y sin un plan definido, y por allí iban apareciendo los novilleros. El problema surgió cuando los costes hicieron inviables económicamente a las novilladas. Y poco a poco, dejaron de celebrarse. La crisis económica de 2008 fue la puntilla, a partir de ahí se celebraron muy pocas. Se da la paradoja de que ahora hay más escuelas de tauromaquia que nunca, precisamente en el momento en que no se celebran novilladas.
Si no queremos que la Fiesta se muera por su base, es evidente que algo hay que hacer. Urge revisar los costes de organización de estos espectáculos. Y también es necesario organizarlos de forma racional para que a los novilleros les sirva para promocionarse y llegar a figura. En este sentido, la iniciativa de los circuitos de novilladas promovidos por la Fundación Toro de Lidia, suponen una gran esperanza. Porque además, la Fundación ha sabido implicar en la financiación de los circuitos a varias comunidades autónomas, administraciones que nunca habían apoyado a esta clase de festejos. Y también se ha conseguido que muchas novilladas se televisaran, para que lo novilleros sean conocidos. Esta Liga Nacional de Novilladas en la que se integran los circuitos de Castilla y León, Andalucía, Madrid y el Norte, son los cimientos del mundo de las novilladas en los próximos años. Son un proyecto de futuro.