
El 17 de julio el Coso del Arrabal de Medina del Campo volverá a acoger un festejo taurino. Una vez más la Villa de las Ferias mostrará su conexión con el mundo del toro, que viene de muy antiguo.
No se ha estudiado en profundidad la celebración de festejos taurinos en Medina del Campo hasta las primeras décadas del siglo XV, pero suponemos que ya en los siglos XII y XIII se realizaban en torno al toro todo tipo de acontecimientos festivos. La boda de Juan II con María de Aragón el 20 de octubre de 1418 proporciona la primera noticia documental de un festejo de toros en la Villa: “se hicieron muchas fiestas de justas y toros y juegos de cañas”. De varios Autos de Cuentas de 1490 se desprende que algunos arrendatarios del Concejo medinense aportaban para regocijos públicos “once toros al año”. Por aquel entonces, las modalidades de “correr toros” documentadas en Medina han sido, al menos, cinco: toros alanceados, embolados (así lo dispuso la Reina Isabel la Católica tras presenciar la muerte de dos hombres corneados en la Plaza Mayor), enmaromados, albardados y encohetados. Por supuesto, el encierro y posterior capea que tanta importancia han dado a Medina.
La costumbre de “correr el toro” ha sido la que más ha arraigado entre los medinenses. Los libros de Acuerdos del Concejo que se conservan en el Archivo Municipal recogen año a año numerosas reseñas de pagos y normas acerca de los toros corridos, días, lugares de la lidia… y además hubo corridas de novillos, con los correspondientes encierros, los días de las fiestas mayores de las cofradías de las Angustias y la Vera Cruz. Las noches vísperas de fiesta los toros eran conducidos desde las dehesas hasta los toriles, y el día de la fiesta eran corridos por los aficionados en un coso cerrado para la ocasión. No se nos puede olvidar el susto que se llevó Santa Teresa la noche anterior al 15 de agosto de 1567, y que relata en el Libro de las Fundaciones; a punto estuvieron de toparse con los toros que se iban a correr al día siguiente. Se ejecutaban suertes que ahora están en desuso, pero la que ha perdurado y ha hecho de Medina su santo y seña han sido los cortes de novillos, primero en la Plaza Mayor y posteriormente en la plaza de toros, inaugurada en 1949 para la Feria de San Antolín. Ese año hubo la corrida inaugural, el 3 de septiembre, con reses de Samuel Hermanos para Domingo Ortega, Agustín Parra “Parrita” y Manolo González. Además, un espectáculo cómico-taurino y dos novilladas.
Eso fue el comienzo y ya es historia, como la de todos los toreros, novilleros, cortadores y profesionales que han engrandecido el nombre de la Tauromaquia medinense. El sábado tres novilleros aspirantes al cetro de Castilla y León y seis ganaderías marcarán otra fecha en la memoria de todos cuantos participen y acudan al Coso del Arrabal. El resto está por venir.