En cualquier actividad que desarrollemos es importantísimo rodearse de un buen equipo. La gente que nos acompaña a la hora de llevar a cabo un trabajo o un proyecto es fundamental para una óptima consecución del mismo, más aún cuando se trata de jóvenes que empiezan y son arropados por profesionales de gran experiencia y alta cualificación.
Esto es lo que venimos comprobando en la Liga Nacional de Novilladas. Para satisfacción de los aficionados, día tras día estamos disfrutando de la participación de extraordinarios hombres de plata que acompañan a los novilleros aspirantes. Sean picadores o banderilleros, no hay día en el que no gocemos de buenos puyazos, magníficos pares de banderillas o buenísima y oportuna brega. Un acierto, desde luego, de los novilleros o quien aconseje a cada uno de ellos. Y para ellos mismos, una garantía.
Si ya de por sí produce tensión enfrentarse a los novillos y luchar por un puesto en la final, con cámaras de televisión y toda la atención centrada en ellos, contar en las filas de las cuadrillas con profesionales de amplia experiencia tiene que suponer para los novilleros un apoyo. Estamos viendo a reconocidos subalternos ejecutar tercios muy apreciados por los aficionados; entre ellos, toreros que decidieron en un momento dado pasarse a las filas de los banderilleros y que están honrando las nóminas de la mejor escuela de subalternos. Cuadrillas que normalmente acompañan a figuras del escalafón y que están pendientes del novillero, prestándole su consejo, además, e infundiéndole una seguridad que le viene muy bien en la cara del toro. No vamos a dar nombres porque no queremos olvidarnos de ninguno.
Por otra parte, estas cuadrillas contribuyen de manera notable al triunfo y posible “pase” de los aspirantes a la siguiente fase. Además de ayudar en el lucimiento del animal, aportan puntos en la valoración final, y cada tarde el jurado elige al autor del mejor puyazo, mejor par de banderillas y mejor brega. Al menos en el Circuito de Castilla y León estas contribuciones suman un punto a la actuación del novillero, y es un estímulo extra para quienes dan lo mejor de sí mismos en aras al triunfo de su jefe de filas.
Como dicen esas Alegrías de La Niña de los peinas y La Juanaca: “Ole, ole, ole… ¡Vivan los toreros! Y la cuadrilla de banderilleros”.