Por Sixto Naranjo
No voy a negar que, si algo me ha levantado el ánimo en las últimas semanas, es comprobar que los toros siguen teniendo su arraigo allí donde nació la afición de muchos de nosotros. Los pueblos.
Tras las tres primeras novilladas del Circuito de la Comunidad de Madrid, la mejor noticia que podemos dar es que los pueblos donde se han celebrado han recuperado el ambiente de un día de toros y fiesta tras un año de sufrimientos y prohibiciones por culpa de la pandemia.
Valdilecha, Anchuelo y Navas del Rey han vuelto a vivir la pasión por la tauromaquia al reclamo de los más jóvenes, de unos novilleros que todavía tienen que darnos tardes de pasión y competencia antes de que llegue la fase final de este Certamen.
Ver cómo se llenaba la plaza de Anchuelo con gente quedándose fuera de ella al agotarse el papel, de cómo Valdilecha y Navas del Rey volvían a abrir sus cosos taurinos con mucha gente en sus tendidos pese al calor en la primera y a la lluvia en la segunda, han supuesto un soplo de aire fresco que ha insuflado moral a la tropa taurina.
Ese es el gran objetivo que se puso el Certamen y parece que se está consiguiendo. Para conseguir que los cosos de mayor categoría tengan nombres para anunciar, el circuito de los pueblos debe ser fundamental para dar oportunidad a las futuras figuras del toreo.
Decimos como frase muy bien aprendida que los toros son del pueblo. Y yo añado, que los toros son de pueblo. Es fundamental para acercar el toreo a las futuras generaciones que tengan un contacto cercano con la Fiesta. Y ese contacto se hace muy presente en este tipo de localidades y de plaza.
Además, ayudaremos para paliar en la medida que sea posible, el despoblamiento de esa España que sigue teniendo a la Fiesta de los toros como eje de sus fiestas y excusa perfecta para volver a los orígenes familiares.
Recuperando plazas, recuperamos la ilusión y la esperanza de un futuro viable para la tauromaquia.
