Pablo Páez, El Parralejo y los caprichos de la suerte por David Jaramillo

Cuando Pablo Páez obtuvo dos orejas y un rabo simbólico de “Bribón”, el buen novillo de El Parralejo al que indultó en Sanlúcar de Barrameda, la primera novillada del Circuito de Andalucía, nadie podía imaginar que el rondeño quedaría por fuera de los semifinalistas del certamen de la Liga Nacional del Novilladas.

No obstante, el altísimo nivel que se ha podido constatar entre los participantes de este Circuito llevó a que un triunfo tan rotundo como el de aquella tarde terminara siendo insuficiente para pasar a la siguiente ronda. Hasta cierto punto se antojaba inmerecido, pero el jurado y el sistema de calificación es el mismo para todos y, por lo tanto, justo. Sin embargo, después de la decepción por haberse visto fuera de las semifinales, el malagueño ha entrado de nuevo en juego, esta vez cubriendo la lamentable baja de Christian Parejo, que recayó de su lesión y deberá pasar por el quirófano.

Lo que pocos saben es que aquel 29 de mayo, en Sanlúcar, Pablo usó un vestido especial, pues fue el que le regaló Rafael Serna, terno con el que, por cierto, el diestro sevillano había indultado a “Malandar”, un toro también de El Parralejo, en agosto de 2019 en Zalamea la Real. Por esta razón, y tras los dos indultos de los ejemplares de este hierro, ambos toreros han querido obsequiar al ganadero con el vestido.

Pero, el destino mueve sus fichas de forma caprichosa y ha querido que dos nombres que, en principio, no estaban en el cartel, el de Pablo Páez y El Parralejo, se vuelvan a encontrar, ya que los utreros de José Moya sustituirán a los anunciados de Fernando Sampedro en Constantina. Lo que no sabemos todavía es si el rondeño le pedirá prestado el vestido al ganadero para intentar conseguir que se repita la historia. Está claro que eso ya sería demasiada coincidencia, pero, dada la calidad ambos, la posibilidad está ahí.

Lo verdaderamente importante es que la suerte ha querido que Pablo Páez tenga una nueva oportunidad en el Circuito y ahora está en sus manos el demostrar que el hecho de no haberse clasificado en primera instancia no significa que no haya hecho méritos, o que no tenga la calidad y capacidad suficientes para optar un puesto en la final del certamen. Ahora, sí él hubiese tenido la posibilidad de elegir un hierro para disputar esta semifinal, sin duda elegiría el de El Parralejo… un capricho que el destino ha tenido a bien concederle sin pedirlo.

Ya veremos cómo termina esta historia.

Por David Jaramillo

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