Manuel Perera, verdad que se paga con sangre por David Jaramillo

Hace tan sólo un par de años que el nombre de Manuel Perera empezó a sonar con fuerza en el mundo de los aspirantes a novilleros. El extremeño tomó por costumbre aquello de coleccionar los trofeos al triunfador de (casi) todos los bolsines y certámenes de becerristas y novilleros sin picadores en los que participó.

Incluso, ni siquiera el gravísimo accidente de tráfico que sufrió al regresar del Bolsín de Ciudad Rodrigo, en febrero de 2019, que le llegó a tener en un coma inducido y que le obliga a actuar sin poder calarse la montera por las secuelas que dejó aquel percance, han podido detener su ambición de ser torero.

De hecho, Perera no dudó un segundo en volver a vestirse de luces en cuanto se recuperó y ha sabido retomar su camino justo donde lo había dejado: en la senda del triunfo. Por eso tardó muy poco en debutar con picadores y mantener esa dinámica de éxito, pues tiene un valor a prueba de bombas y un concepto que, poco a poco, se va consolidando con oficio, entrega, capacidad, gusto y, sobre todo, personalidad.

Aunque, si hay una cualidad que se hace visible inmediatamente en el toreo de Manuel, es su verdad. Aquella que le obliga a sembrar las zapatillas en el sitio en el que queman las embestidas del toro y a jugarse los muslos con la serenidad del que se sabe poderoso. Algo que en el toreo se paga muy caro, pero que, normalmente, también viene acompañado de una mayor recompensa. Y más, cuando la experiencia todavía es un camino muy largo por recorrer.

Sin ir muy lejos, el comienzo de temporada de Manuel está adquiriendo tintes épicos. Su última actuación, la mañana del domingo pasado en Istres, resultó estremecedora, no sólo porque, al final, se quedó sólo lidiando la novillada, pues sus compañeros de cartel (Adam Samira y Christian Parejo) estaban siendo atendidos en la enfermería, sino porque el extremeño también resultó violentamente volteado y, visiblemente conmocionado, consiguió finalizar sus faenas para salir a hombros de la plaza francesa después de cortar un total de cuatro orejas. Todo esto, sin olvidar la gravísima cornada que sufrió el pasado mes de mayo en la plaza de Vistalegre (Madrid) y de la que reapareció precisamente el Circuito de Novilladas de Andalucía, en Cazorla, el 12 de junio, cuando cortó dos orejas en una destacadísima actuación.

Lo cierto, es que el toreo de Perera emociona y que su valor sigue intacto a pesar del duro castigo que su cuerpo ha recibido. Además, es un torero que también ha demostrado que nunca deja de apostar. Una razón más para seguirlo y apoyarlo.

 

Por David Jaramillo

Foto: André Viard

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