Finales de la primavera y comienzos del verano. Cuando la mayoría de jóvenes empiezan a disfrutar de las vacaciones y a planificar sus salidas estivales, hay otro grupo que se encuentra inmerso en un proceso que les va a proporcionar experiencias y sentimientos de diversa índole, satisfacciones, frustración en ocasiones, rabia, alegría, esperanza… ILUSIÓN. Son los participantes en la Liga Nacional de Novilladas, unos cuantos elegidos en los que, en el fondo, se ven representados todos aquellos que sueñan con ser toreros. A estas alturas, ya hay unos cuantos que han quedado fuera del certamen, pero que en su interior, cada vez que vean una novillada de la Liga, pensarán: “ahí podía haber estado yo”. Y no vale lamentarse, por duro que sea; hay que seguir intentándolo, como lo han hecho y lo hacen todos los que se dedican al mundo del toro; del fracaso también se aprende.
En este proceso eliminatorio los aspirantes tendrán que contar con que no sólo es la forma física, la técnica, la experiencia… es también, y mucho, la fortaleza mental. No son los tiempos de “más cornás da el hambre”, y si bien es cierto que en la actualidad los medios de comunicación y las redes sociales lo amplifican todo, los éxitos y los fracasos deberían servir para ir creciendo. Ni derrumbarse de manera estrepitosa por no seguir adelante en la competición, ni creerse “el más” por clasificarse, y por supuesto, nunca ir a priori como favorito.
A los novilleros participantes en esta Liga de Novilladas se les brinda una oportunidad única de progresar como toreros y como personas. Eso no está al alcance de cualquiera, y comparados con otros jóvenes de la misma edad, les hace diferentes, porque una de las cosas que aporta el toreo es la rápida “madurez” que confiere a quienes lo llevan en la sangre.
Por eso esta es la Liga del Aprendizaje.
Suerte a los que continuáis en ella, y ánimo a los que os habéis apeado. Seguro que habrá más oportunidades.
