El propio maestro ha percibido la necesidad y hay un nombre, el de Leandro Gutiérrez, que flota en el ambiente a la espera de poso. ¿Y si fuera…?
Por Carlos Palacio
En este 2021, justo cuando se celebran los 30 años de la gran gesta de César Rincón en Madrid, Colombia atraviesa una de las más graves crisis sociales de los últimos tiempos. También a nivel taurino.
Y si echamos la vista atrás, en aquel 1991, cuando el torero de Bogotá derribó a golpe de triunfos las puertas de la plaza más importante del mundo, hasta en cuatro veces consecutivas en la misma temporada, para instalarse directamente en el Olimpo del toreo, el panorama social de su país natal también era un drama. Esta vez, ocasionado por las secuelas del crimen y la inseguridad asociadas a la más oscura y devastadora guerra que el narcotráfico había declarado a toda una nación.
En aquel momento, Rincón se convirtió, no sólo en el emperador del toreo, sino en un símbolo nacional. Uno que trajo ilusión y esperanza a todo un país que se unificó en su nombre, pues identificó en él el máximo éxito que se puede obtener a base de mucho esfuerzo, sudor y lágrimas. Por eso, aquella Colombia sin complejos le idolatró como antes sólo lo había hecho con personajes como García Márquez, Lucho Herrera o el Pibe Valderrama.
Hoy el panorama es distinto, pero no tanto. Superado aquel difícil momento, las últimas noticias que llegan del otro lado del océano son las de una Colombia resquebrajada y enfrentada por la desigualdad, la corrupción y la injusticia social, una situación límite que ha devuelto la violencia a los titulares.
En el plano taurino, el retrato también es preocupante. De aquella Colombia que llenaba las plazas de todo el país con el nombre de César Rincón como eje gravitacional de todas las ferias queda muy poco. Plazas como las de Medellín, Cartagena, Duitama, Bucaramanga, Palmira y muchas otras, han echado el cierre y, prácticamente, sólo resisten los bastiones de Manizales, Cali y la muy golpeada (políticamente) Bogotá.
Más allá de la aparición de Luis Bolívar o, más actualmente, la ilusión que ha despertado un torero como Juan de Castilla, triunfador a nivel nacional, pero al que todavía le cuesta entrar en la temporada europea, así como otros nombres que no tienen eco más allá de las ferias locales, no ha habido nadie que, hasta hoy, haya podido ocupar el inmenso vació que dejó la retirada de César Rincón, hace ya 13 años.
No hay duda de que la dimensión de la gloria que adquirió Rincón es, prácticamente, inalcanzable, no ya para un colombiano, sino para cualquier torero en general. Pero la vida es caprichosa y suele dejar pasar un pequeño rayito de luz justo cuando parece que la oscuridad se adueña de todo.
Justo eso es lo que representa la aparición de Leandro Gutiérrez para el toreo colombiano. Desde que el caleño viajó a España para su formación como torero no ha dejado de dar muestras de su calidad, incluso, en tiempos en los que las oportunidades están tan escasas. Su paso por la última edición de el Camino hacia Las Ventas, en 2019, fue toda una declaración de intenciones. Y ahora, con tan sólo dos novilladas toreadas, podemos asegurar que estamos delante de una de las promesas más sólidas del toreo colombiano en los últimos tiempos.
El propio César Rincón ya ha advertido en él esas “ganas de comerse el mundo”, pero, además, también destaca que Leandro “tiene cualidades muy valiosas para un torero tan nuevo como lo es él, porque, además un valor y un concepto que se le ven sólidos, está demostrando aplomo y buena cabeza para ver las características de los animales que lidia, algo que se suele adquirir con una experiencia que él, que apenas está comenzando, evidentemente, todavía no tiene”.
Precisamente por eso, por la falta de experiencia, se puede antojar precipitado el descargar tanta responsabilidad en el joven caleño, pero lo cierto es que la expectación que ha levantado Leandro a su alrededor y la esperanza que está despertando entre los aficionados (y no sólo la de los colombianos) están fundadas en la profunda huella que su toreo va dejando aún en sus primeros pasos. A Leandro le ha bastado su debut con picadores en Añover de Tajo (su debut) y una tarde más en el recientemente celebrado ciclo de Leganés para llamar la atención de aficionados y profesionales. Por eso, su participación en el Circuito de Novilladas de Madrid aparece como el mejor escaparate para lanzar su carrera.
Para Colombia, nada sería más beneficioso en este momento que tener un nombre que uniera al país, uno que, como César Rincón, volviera a poner de moda el toreo, que lo normalizara en la sociedad y la trascendiera, para que, a través del toreo, volviera el ambiente de diálogo y concordia que tanto necesita esta nación ahora mismo. ¿Y si fuera el de Leandro Gutiérrez?