Si queremos futuro, apostemos por el presente, por Sixto Naranjo

En tiempos complicados para la tauromaquia por culpa de una pandemia que nos heló el corazón y el futuro, es un soplo de aire fresco retomar la actividad taurina apostando las novilladas.

Una apuesta materializada en la llamada Liga Nacional de Novilladas que organiza la Fundación Toro de Lidia y que nace con firmes propósitos. Apoyar a la cantera del toreo recuperando con ello ese circuito de plazas de pueblo donde ha brotado la afición de muchos de los que hoy seguimos con pasión nuestra Fiesta.

Si algo se perdió en el mundo del toro con la crisis del 2008 fueron esas novilladas que se organizaban en multitud de pequeñas localidades que siempre tuvieron al toro como eje de sus fiestas.

Los altos costes de organización, el alejamiento progresivo de los aficionados ante este tipo de festejos y un bache generacional en ese escalafón más allá de tres o cuatro nombres puntuales, hicieron de las novilladas un espectáculo en caída constante. El ansiado relevo generacional se sigue demandando aún hoy más de una década después. Las consecuencias se siguen sufriendo.

Y si queremos que exista futuro para la tauromaquia, hay que apostar por el presente que representan los novilleros que van a actuar en esta Liga a través de los distintos circuitos que se anuncian en distintos puntos de la geografía española.

Tenemos que apoyar a los novilleros, tenemos que hacerlos ver que su sacrificio juvenil tendrá recompensa en un futuro no muy lejano. Que su lucha por abrirse camino en la profesión de torero será el mejor aval para seguir defendiendo la tauromaquia en el día de mañana.

La Liga Nacional de Novilladas debe ser la piedra angular sobre la que asentar las bases de un futuro que tenga en las novilladas un espectáculo viable con las garantías suficientes para que sirvan de trampolín a futuras figuras del toreo. El sector taurino debe ser consciente de lo que se juega si no apoya la organización de novilladas.